Existe una corrupción moral e intelectual todavía peor, la de aquellos responsables de instituciones económicas, públicas o privadas, no elegidas democráticamente, y que asesoran, imponen, jadean y aplauden las políticas que están empobreciendo a la mayoría de los ciudadanos. Por cierto, se trata de aquellos responsables e instituciones que ni olieron la crisis, ni entienden lo que va a pasar en los siguientes meses, y cuyos análisis provocan, en el mejor de los casos, cierta hilaridad.
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