O de cómo Pedro I el Grande, zar de todas las rusias, refutó el prejuicio racista de la natural incapacidad de los afroamericanos, tan común entre sus allegados, apadrinando a un joven desconocido africano al que le dio la mejor educación posible, superando éste todas las expectativas y llegando a general del ejército ruso. La historia tiene un curioso colofón en su nieto, a quien seguro conocéis.
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