Las bacterias son organismos equipados para duplicarse. Los antibióticos atacan ese mecanismo. Pero el virus es un parásito: invade la célula y se adueña de su maquinaria para hacer copias de sí mismo, miles de ellas a la vez, lo cual significa que tiene miles de oportunidades de mutar y desarrollar resistencia a algún medicamento. Uno que inutilice la parte de la célula humana que ayuda a que el virus se reproduzca, en cambio, podría detenerlo con poco riesgo de resistencia.
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