Hay quienes, desde erróneos planteamientos igualitarios y pretendidamente sociales, confunden algo tan noble como la cultura del esfuerzo con la apuesta por las élites. De esa forma no sólo no contribuyen a la búsqueda de la excelencia que tanto proclaman, sino que castigan a quienes estudian, provocando agravios y situaciones injustas. Si queremos tener un sistema educativo a la altura que se debe exigir a cualquier comunidad desarrollada, lo mínimo que hay que hacer es respetar a los profesores y a los alumnos que trabajan
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