Recientes investigaciones por parte del Instituto Suecor Hander Klander (2018) confirman que el uso de exabruptos groseros en el lenguaje coloquial ayudan a la distensión en las conversaciones farragosas, bizantinas y barrocas en las que muchas veces nos vemos inmersos; soltar un buen "hijo de puta"(hidueputa) a tiempo relaja fundamentalmente el tello, ese músculo tan desconocido por tantos; tello, hay que decirlo más.
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