Kevin Warwick, profesor de Cibernética en la británica Universidad de Reading y conocido como «Capitán Cyber», llega con el jersey remangado. Hace calor en Madrid. Tentador fijarse en su brazos y buscar las cicatrices. Son el recuerdo de haber investigado con su propio cuerpo, así que las muestra como heridas de guerra. Una de ellas, la más pequeña -casi invisible, hasta a él le cuesta localizarla-, en el antebrazo izquierdo, es la señal de un primer implante con el que fue conectado al ordenador de un edificio.
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