La agonía de Goucheng (José) Zhang, ciudadano chino afincado en Segovia desde hace 24 años, es indescriptible. Lleva ya diez años golpeándose contra un muro detrás de otro, a cuestas con un dolor insalvable, después de que su hijo sufriera una lesión irreversible en un ojo tras una operación «que nunca tuvo que realizarse» cuando el pequeño tenía 18 meses.
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