Dos días antes de ser detenido, a Francisco Correa se lo llevaban los demonios con la actitud de Pablo Crespo, su 'mano derecha' en la trama, que sospechaba que tenía uno de sus teléfonos pinchado, como así era. "Está obsesionado, si es que no vive para otra cosa,... no se puede hablar de cosas cotidianas, que no llama por teléfono porque tiene miedo y está loco..", le decía Correa a uno de sus abogados. Pero a Correa le preocupaba sobre todo una cosa: la deuda de la Comunidad de Madrid.
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