“Yo no puedo mirar a la cara a uno de mi empleados y ponerle en la calle ahora, sabiendo que no va a encontrar trabajo”, asegura J.V., en cuyo estudio de arquitectura trabajan desde hace años ocho personas. Hace unos meses peligraban las nóminas y J.V. tuvo que pedir un crédito para abonarlas. “Suerte que me lo dieron”, todavía espeta. Y es que no hubiera tenido necesidad. La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid le debe 500.000 euros, en una deuda que se va acumulando, sin prisa pero sin pausa, desde 2002.
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