En las ruinas bombardeadas de las ciudades de Europa, pandillas de jóvenes salían a buscar comida. Los ancianos eran asesinados por sus ropas o incluso sus botas y muchas mujeres fueron violadas. Vecinos que se enfrentaban entre ellos, viejos amigos que se podían convertir en enemigos mortales y un mal apellido o incluso el acento al hablar podía hacer que te mataran. Suena como una pesadilla y sin embargo, para cientos de millones de europeos esta era la realidad diaria en los meses desesperados después del final de la II Guerra Mundial.
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