El papado utilizó paraísos fiscales para crear una cartera internacional de 500 millones de libras, con bienes raíces en el Reino Unido, Francia y Suiza. Si bien el secreto sobre los orígenes fascistas de la riqueza del papado podría haber sido comprensible en tiempos de guerra, lo que es menos claro es por qué el Vaticano posteriormente siguió manteniendo el secreto sobre sus participaciones en Gran Bretaña, incluso después de su estructura financiera se reorganizó en 1999.
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