Acudieron a una charla del astronauta Pedro Duque en Gijón y se les encendió la bombilla. La chispa que llevaban buscando durante meses llegó caída del cielo. O del espacio. Hasta esa cita de mayo de 2013, Máximo y Ainhoa habían tenido una start up dedicada al desarrollo de servicios a partir de los análisis de imágenes de satélites. Pero siempre chocaban con el mismo problema: el desorbitado precio que debían pagar por cada una de ellas.
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