En 1029, el rey Olaf II de Noruega volvió del exilio para recuperar el trono perdido frente a los daneses (...) Harald permaneció durante varios días buscando alguna brecha, punto débil o resquicio por el que poder atacar… nada de nada. De lo que sí se dio cuenta es de que, durante todos los días que estuvo estudiando aquella fortaleza, cientos de gorriones volaban hacia el bosque para buscar alimento para sus crías y luego regresaban a sus nidos en el interior de la ciudad.
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