El caso del niño francés que vivió solo entre los 9 y los 11 años, motivo por el que su madre ha sido condenada judicialmente, ha impactado esta semana en Francia. Un tribunal de Angulema ha condenado a la madre a seis meses de vigilancia electrónica, tras considerar demostrado el abandono porque se había ido a vivir con una amiga tras el divorcio de su marido. El niño se quedó en la pequeña localidad de Nersac y se alimentaba como podía.
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