La historia no cuenta cómo entraron José y la virgen María en la ciudad de Belén, pero lo que sí sabemos es que si tuvieran que hacerlo ahora tendrían que esperar junto a un muro con más de nueve metros de alto coronados por alambres de espino. María y José tendrían que atravesar el muro empujando un torno mientras los militares israelíes les encacoñan ante la posibilidad de que fueran terroristas suicidas.
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