El 1 de septiembre de 1859 el Sol le dio un disgusto a la Tierra. Ese día, el astrónomo británico Richard Carrington estaba observando el astro rey como venía haciendo desde el 28 de agosto, cuando nuestra estrella comenzó a dar signos inusuales de actividad.Enormes manchas solares y bruscos incrementos de luminosidad en algunas zonas llamaron la atención de la por entonces pequeña comunidad de observadores solares. A las 11:18 GMT,Carrington observó una violenta fulguración en medio de manchas solares de gran tamaño que duró unos cinco minutos
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