Mientras el franquismo desincentivaba el alquiler de vivienda, la ley de viviendas de renta limitada de 1954 posibilitó la construcción de millones de viviendas protegidas financiando el 60% de su valor. Con una particularidad: no se ayudaba directamente a los españoles. En su lugar, se subvencionaba a los operadores privados para levantar aquellos edificios de muchos pisos y baja calidad estética y técnica que rodean como un abrazo de ladrillo las grandes ciudades españolas.
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