A finales del siglo XIX una fotografía necesitaba 30 segundos de exposición para hacerse, así que sentarse para un retrato requería estar inmovil durante medio minuto. Los niños, por supuesto, encontraban esto dificil, así que algunos padres, para lograr tener fotografías de su descendencia, se sentaban con ellos pero intentando camuflarse en la imagen utilizando cualquier recurso disponible.
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