Como en todos los oficios de la época, el aspirante a maestro armero iniciaba su andadura como aprendiz. Dependiendo del país o la zona, había una serie de condiciones para ello. En España, por ejemplo, los aprendices de maestros espaderos firmaban un contrato con su tutor mediante el cual éste corría con los gastos de su manutención durante un determinado período de tiempo, tras el cual, si mostraba capacidad para ello, era nombrado oficial.
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