La fiscalidad en España es lo que en mi pueblo se llama “un carajal”. Y como todo buen carajal, tiene más de indecente que de proporcional y progresivo. La gente no se queja porque no puede quejarse de algo que no conoce. Y el que se queja es “baleado” fulminantemente por los defensores del engaño (que curiosamente ni saben lo que están defendiendo). Creo firmemente que el estado hostiga con sumo rigor las clases medias y bajas.
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