"Esos gases son incompatibles con la vida. Hay momentos puntuales en que la concentración sube mucho y es una zona que hay que seguir evaluando hasta que se puedan permitir entrar en sus viviendas. De momento, los vecinos van de manera muy puntual porque las altas concentraciones de dióxido de carbono (CO2) son muy peligrosas", señala Rubén López, vulcanólogo del Instituto Geológico Nacional (IGN). "El dióxido de carbono pesa y se acumula sobre todo en zonas cerradas. No podemos saber hasta cuando va a durar esto.
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