Muchas personas se quedan en shock cuando el jefe las llama a su despacho y pronuncia las dos temidas palabras: “estás despedido”. Sin embargo, en otras ocasiones la noticia no pilla por sorpresa al afectado; bien porque hace un tiempo que ha detectado señales, porque escuchó a algún compañero comentárselo a otro o porque alguien le avisó directamente. Cuando esto sucede, alégrate: aún tienes una ínfima posibilidad de conservar tu puesto o, al menos, de salir bien parado del despido.
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