Para cualquier servicio de inteligencia sería pan comido. Algo tan extraordinariamente simple que podría ser hasta poco ético ocuparse del asunto. Lo puede hacer un policía local jubilado o el dueño de un bar. El 15-M es un organismo recién nacido que carece de los mecanismos de autodefensa que le permitan sobrevivir a la imagen que de ellos pueden crear los medios de información, sin que les tiemble el pulso. Vive sin los anticuerpos que lo inmunicen de la más burda y poco meritoria manera de ponerle fin: pintar al movimiento como una partida
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