La Comisión Sinde, esa que decide sin juez si una página vulnera o no la propiedad intelectual y si hay que retirar contenidos, es secreta. Lo es desde su nacimiento. Al contrario que cualquier otra, sus nombres no han sido publicados en ningún boletín oficial y, lo que es aún más grave, las propias personas contra las que dirigen los procedimientos tampoco saben quiénes firman las resoluciones. Todos los escritos que reciben vienen sin nombre y sin firma. La forma de suscribirlos es misteriosa e inquietante, y se limita a […].
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