La pobreza y la inseguridad alimentaria, agravada por los recortes en las políticas públicas, afectan a la salud física y mental de las personas. La falta de alimentos, la preocupación por la falta de éstos, la exclusión de espacios de socialización o aprendizaje, las situaciones graves como un desahucio o la amenaza de que se produzca y la percepción de los problemas en el hogar son causas directas que pueden deteriorar la salud mental de las personas que lo sufren.
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