Ana es un nombre ficticio, pero su historia es real, y es posible que alguna Ana se sienta identificada. Titulada universitaria, entró a trabajar hace cinco años en una empresa de informática. Con muchas horas extra a sus espaldas, varios cambios de proyecto y de clientes, cada día se siente una extraña en la oficina. Comparte mesa y trabajo con veinte compañeros de seis empresas diferentes. Hasta ella han llegado rumores de personas que se reúnen en asamblea sin importar su empresa, de protestas que van saltando en cada vez más consultoras.
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