Las iglesias explican que se enfrentan a un ataque que tiene tres frentes distintos: una guerra de desgaste librada por colonos radicales, exigencias fiscales sin precedentes por parte del Ayuntamiento de Jerusalén, y una propuesta para permitir la expropiación de tierras eclesiásticas vendidas a promotores privados. "Hemos sido testigos de la profanación y actos vandálicos de iglesias y lugares sagrados y sabemos de sacerdotes y fieles que han sido atacados”."Para las autoridades, este comportamiento no es investigado ni castigado”.
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