Hartos de padecer todo tipo de agresiones, en marzo de 1997, los campesinos de San José de Apartadó se constituyeron en comunidad de paz, un mecanismo de resistencia civil que implica no admitir en su territorio a ningún grupo armado y el compromiso de sus 1.220 habitantes de no colaborar con ninguno de ellos. La guerrilla empezó a dejar de hostigarles, pero militares y paramilitares consideraron su neutralidad como complicidad con la insurgencia. El último crimen se produjo el pasado 9 de febrero: dos paramilitares mataron a Fabio Manco.
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