Para ello, los científicos han colocado transmisores en más de 320 tiburones de diferentes especies, que en cuanto se acercan a menos de un kilómetro de la costa, el transmisor emite una señal que recoge un ordenador y transforma en un tuit que emite la cuenta @SLSWA y que informa sobre la especie, el tamaño y la ubicación aproximada. En caso de que sea una amenaza real, la administración de la playa emite una alerta y prohíbe el baño en la zona.
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