Uno de los pequeños privilegios que tenemos donde vivo es que el colegio de mi hija está muy, muy, muy cerca de casa. Básicamente, lo único que tenemos que hacer es cruzar la calle, andar media manzana, y ya estamos en la puerta; en un país donde el coche es el medio de transporte por defecto para absolutamente todo, es muy agradable no tener que pensar en moverlo o aparcar cada mañana. El colegio (una escuela de primaria) está en un barrio residencial, rodeado de casitas unifamiliares. Hay un pequeño parque a un lado, y un (...)
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