Ni la crisis, ni la pérdida de las prestaciones por desempleo han convencido a los valencianos de volver a recoger la naranja. El trabajo en el campo sigue siendo básicamente cosa de rumanos, lituanos, búlgaros e inmigrantes de otras nacionalidades. Jóvenes y mayores. Hombres sobre todo, pero también mujeres. Organizados en cuadrillas de 15 a 30 personas que cargan a destajo cajas de 20 kilos por salarios muy inferiores al mínimo que fija el convenio laboral del sector. "¿Cómo van a venir españoles? Si nos pagan lo mismo que hace 10 años"...
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