Desde el primer Gobierno de Felipe González se institucionalizó que el Vicepresidente/a de Economía tenía que ser consensuado con los grandes bancos españoles bajo el pretexto de que “con las cosas de comer no se juega”. De esta forma se introducía un verdadero “Caballo de Troya” en la Moncloa, en la ideología de los gobiernos socialistas, y en el Ministerio sobre el que pivota el funcionamiento real de todos los demás.
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