El potencial de esta “perversión científica” es incalculable. La técnica permitirá reconstruir órganos dañados de manera irreversible. Células madres se podrán utilizar para regenerar un corazón infartado, un hígado devastado por la cirrosis o el páncreas de un diabético. La clonación terapéutica abre las puertas para reparar la médula irremediablemente rota de un cuadripléjico, y quién sabe cuántos milagros más. Este es el verdadero significado del terrible “retroceso” del que hablaba el cardenal O’Malley.
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