Las vicisitudes políticas y económicas sufridas por Alemania desde hace un siglo, con la hiperinflación durante la República de Weimar, en los años 20 del siglo pasado, y la posguerra de las dos contiendas mundiales, han convertido a los ciudadanos de este país en unos defensores del oro como valor refugio y método para conservar el poder adquisitivo. Se calcula que en sus hogares se acumulan alrededor de 9.000 toneladas de oro, cifra que multiplica por tres las reservas acumuladas por el Bundesbank.
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