El hombre, con o sin hijos, va ascendiendo laboralmente de modo natural a medida que adquiere experiencia, mientras que el ascenso de la mujer se ve profundamente truncado a partir de su entrada en la maternidad. Se estanca en categorías ocupacionales de menor retribución, y es quien de modo exclusivo hace uso de reducciones horarias para el cuidado de los hijos. Esta falta de equidad laboral, tanto en horas de trabajo como en falta de promoción es la que finalmente produce la relativa poca presencia de la mujer en puestos de responsabilidad.
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