No tengo nada que ocultar. No me dedico a amenazar a nadie ni tengo ganas de poner bombas. Claro que asisto a manifestaciones y protesto de formas diversas, aunque tengo a mi favor que todavía no me ha surgido la necesidad de consultar webs yihadistas. Sin embargo, mi resistencia pacífica a la autoridad o mi participación en manifestaciones que acaben en disturbios, aunque yo no sea quien los provoque, pueden convertirme, en el nuevo Código Penal que ha aprobado el Congreso de los Diputados, en una delincuente.
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