Luis Bárcenas sólo podía admitir lo obvio, que ya había contado días atrás a El Mundo. Su ex partido sólo tenía dos opciones: reconocerlo o negarlo. Ha optado por la segunda. Admitamos “pulpo” como animal de compañía y tratemos de explicar por qué también, con la insólita compañía del hipotético pulpo, la situación política de Rajoy tampoco se sostiene por ningún lado.
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