Un estudio reciente publicado en la revista Journal of Sleep Research viene a contradecir ahora esta idea generalizada. Según los resultados de la investigación, retrasar la alarma hasta tres veces durante 30 minutos (es decir, que, por ejemplo, el despertador suene por primera vez a las 7:30 y lo alarguemos hasta las 8:00 con pitidos de alarma cada diez minutos) no solo no tendría apenas efectos sobre el tiempo total de sueño (6 minutos menos con las alarmas, calcularon los investigadores), sino que reduciría la inercia de sueño...
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