Si las balas fueran de verdad, sus cuerpos hubiesen terminado como un colador. Pero eran de fogueo. Los perseguidores no lo supieron hasta después, y aún así se abalanzaron contra los atracadores entre un repique de disparos. A uno lo echaron al suelo, lo desarmaron a mamporros y el otro no miró atrás. Se perdió por las calles del centro de A Coruña con el botín. La policía sabe perfectamente de quién se trata y se prevé que su huida dure solo un rato. Ocurrió a las cinco de la tarde de ayer en el corazón de la ciudad.
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