El ejemplar fue liberado en un establecimiento de la marca Bershka y se la emplazó a cubrirse “con los ropajes que instintivamente encontrara más adecuados para el apareamiento”. Al poco de abandonar el local, Silvia despertó el interés de un joven que pretendió “llevársela al huerto” hasta que se le informó de los detalles del experimento.
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