La industria del aceite de palma es una de las más más contaminantes y destructivas a nivel ecológico del mundo. La codicia ha llevado no solo a diezmar los hábitats naturales de los orangutanes en Borneo, sino que la quema de porciones de selva tropical virgen para así habilitarlas al sembrado de plantas de palma está causando estragos ecológicos sin precedentes en el sudeste asiático.
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