Su historia comenzó allá por 2001. Cansados de ver como las empresas les daban la espalda una y otra vez, y les negaban un trabajo por sus limitaciones, decidieron ponerse manos a la obra motivados por algo que ocurrió en casa de Jia Haixia. Su compañero de aventuras, Jia Wenqi, perdió sus dos brazos en un accidente que sufrió cuando solo tenía tres años. Nada de eso les intimidió. Con 53 años, ni cortos ni perezosos, decidieron unir sus fuerzas para revitalizar la naturaleza de una zona de tres hectáreas situada cerca de un río.
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