A sus 56 años, Manuel Joaquín tenía la vida resuelta. En dos cuentas bancarias acumulaba 900.000 euros y, además, tenía otros 350.000 euros en bonos de una empresa americana tras haber dado con una patente de éxito mientras trabajó en EEUU. La primera, aparentar ser más joven de lo que realmente era. El evidente síndrome de Peter Pan que sufría (ya saben, ese negarse a asumir que uno ya no es un chaval) no evitaba que dedicase también mucho tiempo a su otra afición: acosar a niñas en internet.
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