En la base aérea japonesa de Naha, en Okinawa, el rugido de los cazas F-15 eclipsa el sonido de los aviones comerciales con los que comparten pista. Tres aviones despegan uno tras otro para comenzar el entrenamiento del día con simulaciones de combate, intercepciones aéreas, respuestas a ataques o misiones de emergencia para cortar el paso a aeronaves chinas sospechosas. Estas maniobras rutinarias han adquirido un nuevo sentido de urgencia, afirma el teniente coronel Masatoshi Tanaka. "Estamos muy nerviosos", asegura.
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