El gobierno de China reaccionó hoy con frialdad al llamamiento al diálogo y la reconciliación realizado el sábado por el Papa Benedicto XVI. Se limitó a pedir que el Vaticano rompa relaciones diplomáticas con Taiwan y que no se inmiscuya en los asuntos internos de un país en nombre de la religión. “Confiamos en que el Vaticano dé los pasos para una mejora de las relaciones y no interponga más obstáculos". En su carta Ratzinguer también tuvo los cojones para pedir "libertad religiosa". Claro que se olvidó otra vez de la libertad de conciencia.
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