Mientras el sector agrario europeo busca una nueva política de ayudas para sostener su rentabilidad, China, la segunda economía mundial, va camino de convertirse en el gran «terrateniente» del planeta. El país, que pretende multiplicar por cuatro su consumo interno en los próximos años, cuenta con 1.300 millones de habitantes que comen a diario, de los que más de 780 millones son campesinos. El problema es que la población agraria se enfrenta a unas estructuras obsoletas y sistemas de producción poco eficaces.
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