Empezamos con una meta no demasiado ambiciosa. ¿Cuál es el sitio en el que todos los chavales de 12 años se estrenan en esto de colarse sin pagar? Exacto: el cine. Ataviados con nuestros chalecos, Sean y yo avanzamos con paso firme dejando atrás al tipo de la entrada y nos metimos en la primera sala que pillamos. Pan comido.
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