Más del 50 por ciento de la composición de la telaraña consta de proteínas y se arranca al ser estirada en un 200-400%. A menudo las arañas utilizan de nuevo la telaraña, para lo cual se comen los hilos dañados por las lluvias, el viento o los insectos, digiriéndolos con unos fermentos especiales.
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