Trescientos gramos de peso frente a 70. La diferencia no es poca, sobre todo cuando se trata del engorde de una centolla. Pero esa es la distinción entre alimentar al crustáceo con mejillones frescos o congelados, según ha demostrado el Instituto Oceanográfico de Vigo, en colaboración el el de Investgación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía y la Universidad Nacional Autónoma de México.
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