El ministro de Felipe González siempre tuvo buen apetito y un tribunal acreditó incluso su escaso “refinamiento o discutible gusto”. Ahora que ha salido de las catacumbas para retomar su actividad gastronómica, pretende asaltar el proyecto de Pedro Sánchez pero la Audiencia Provincial de Madrid ya le sacó sus sonrojados colores por su escasa moralidad pública y política cuando se sienta ante un mantel.
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